Los magníficos ecosistemas costeros noruegos y la enorme variedad biológica que habita en ellos han sido nuestro sustento desde la Edad de Piedra. Precisamente por ello somos conscientes de nuestra obligación de transmitir estos recursos a las generaciones futuras. El mar es una fuente inagotable de recursos, y para que siga siéndolo debemos continuar respetándolo y cuidándolo.
Los sistemas de pesca y acuicultura noruegos se encuentran entre los más avanzados y consolidados del mundo en términos de calidad de gestión y sostenibilidad. Este logro no es fruto de la casualidad, sino de un trabajo sistemático en todos los niveles que garantiza la seguridad de los consumidores y el bienestar de las especies. Este marcado énfasis en el bienestar de las especies y una regulación estricta nos permiten ofrecer sistemáticamente altos niveles de calidad y garantizar al 100 % la seguridad alimentaria de nuestros productos. Su producción se desarrolla de forma responsable y sostenible para que el impacto sobre el entorno natural sea mínimo.
En Noruega, la alta tecnología ha entrado de lleno en los ámbitos de la pesca y la acuicultura, y actualmente numerosas startups, empresas e investigadores desafían los límites de la técnica y la innovación. Nuestro país se encuentra también a la vanguardia de otras industrias marinas, lo cual hace posible establecer un valiosísimo intercambio de conocimientos entre sectores. La enorme variedad de nuevas ideas y tecnologías que surgen cada día - desde robots que recolectan erizos de mar sin dañar el lecho oceánico hasta equipos de ultrasonido que miden la frecuencia y la cantidad de la alimentación de los salmones de nuestras piscifactorías - están revolucionando el sector. Noruega es pionera en sostenibilidad y líder mundial en varios nichos del ámbito de la investigación avanzada y el desarrollo.
Para nosotros, el desarrollo permanente y la innovación dentro de la industria de la pesca y la acuicultura son indisociables de un respeto genuino por el mar y su gestión. Este es el legado que dejaremos a nuestras generaciones futuras, y, si lo cuidamos tanto, es porque somos conscientes de los desafíos a los que se enfrenta, incluido el impacto sobre un entorno más frágil que nunca.