Con algunas notables excepciones —como el famoso incidente de Elektron de 2005, en el que un pesquero de arrastre abordado por dos inspectores noruegos huyó fuera de las aguas noruegas—, los días a bordo de las embarcaciones de la Guardia Costera pasan prácticamente sin incidentes.
De hecho, la gran mayoría de las inspecciones se desarrollan sin mayores sobresaltos, según nos cuenta el comandante Stig Flått. Tan solo entre un 2% y un 3% de los barcos inspeccionados son posteriormente denunciados, la mayoría por delitos menores. Esto es indicativo de que el modelo noruego funciona bien y de que disfruta de una buena aceptación.
«Por supuesto, también nos encontramos con situaciones algo más tensas. Tener que recibir inspecciones de nuestros agentes, en ocasiones varios días seguidos, no debe ser precisamente divertido. Somos conscientes de ello, pero por suerte, la mayoría de pescadores se toman su trabajo con la misma profesionalidad con que nosotros nos tomamos el nuestro: nos reciben a bordo, nos dejan cumplir con nuestra obligación y, finalmente, nos despedimos amablemente», comenta.